CHAZAL, GERARD
No se sabe si cuando los hombre inventaron la palanca para levantar y desplazar fardos, lo hicieron imitando y prolongando sus brazos. Sin embargo algunos filosofos verán en las máquinas imágenes de nuestro propio cuerpo y sacarán teorías antropológicas de ese reflejo mecánico de nosotros mismos. El Tratado del hombre de Descartes, más explícitamente el Hombre- máquina de La Mettrie, testimonian este esfuerzo para comprender al hombre a partir de sus realizaciones concebidas como una prolongación y un reflejo de sí mismo.
En la actualidad, el computador que ha ganado todos los sectores de la actividad humana no prolonga ya el cuerpo sino el espíritu. Si es más eficaz que nosotros en muchísimas tareas que tienen que ver con la actividad intelectual ¿se puede proseguir para el espíritu la analogía maquinica que Descartes desarrollaba para el cuerpo? Desde el nacimiento de los primeros ordenadores, aquellos que habían presidido su concepción, Turing, von Neumann, plantearon la pregunta de saber si una máquina podía pensar. La respuesta, si no es radicalmente negativa, por muy matizada que sea, autoriza la continuación de esa filosofía de la analogía.
Más allá de los temores que pueda suscitar la idea de una máquina que piense, más allá también del mito del autómata o del Golem, se trata en esta obra de emprender una reflexión para, a la vez, determinar mejor lo que el reflejo informático de nuestro espíritu puede enseñar sobre nosotros mismos, y trazar los nuevos límites que separan al hombre de la máquina que él ha construido.