JAIRO ANÍBAL NIÑO
Zer, el gorrión, y Lía, la gorriona, fueron la comidilla del día en todos los árboles, tejados y jardines. La noticia corría como reguero de plumas. Unidos para vivir la vida, como dicen los gorriones viejos, a cuatro alas, cuatro patas, dos cabezas y un solo corazón, no daban su ala a torcer ni ante la mayor desdicha.
Un día, en pleno invierno y cuando sus fuerzas eran mas débiles que sus plumas, descubrieron, gracias a una niña recicladora, que en los desperdicios de unos hay vida para otros. Recuperada su energía, se dieron a la tarea de construir su alojamiento, alojamiento que los convirtió en noticia: eran los dueños del nido más bello del mundo.